Ya habia comenzado con mi castigo. Cinco azotes pero la duquesa dijo que estaban mal porque habian sido con la mano. Que tristeza. Le ense;e una carta que habia escrito para mi esposa y le gusto. Hasta se la ense;o al duque y al parecer tambien le gusto. Vieran el festin que nos dimos. La comida estaba excelente y mas la hablada que nos pegamos no podia ser mejor hasta que aparecieron unos hombres vestidos de negro al son de un tambor. Los nervios otra vez se me subieron hasta la cabeza y encontre refugio en las faldas de la duquesa. Venian en busca de mi amo para que les ayudara con una due;a dolorida algo asi. Otra aventura mas que pereza. Ojala siempre pudieramos estar en fiesta y con buena comida. Mi amo aprovecho para engrandarse y dijo que donde estaba aquel se;or que lo habia recibido y le habia dicho que la caballeria andante era un gasto de tiempo. Yo ya ni se que hacer estos azotes mas la aventura. No voy a sobrevivir...
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