
Cuando llegué a la insula la verdad es que me impresione. Casi comienzo a salta de la alegria. Me recibieron como si fuera un emperador o algo asi y cuando me dieron las llaves de la ciudad ya me sentia gobernador de Barataria. Uno de los dias mas felices de mi vida. Claro el nerviosismo me entro cuando me dijeron que tenia que responder una pregunta y de eso dependia la opinion del pueblo hacia mi pero me distraje un poco por unas pinturas que habia alla atras y que segun el mayordomo hablan de mi. Solo que habia un problema. Yo no soy un don. Seguia medio espiando al mayordomo para aclarar mis dudas pero se me olvido cuando entre a mi insula. La pregunta era dar justicia a unos ciudadanos y para eso estaba listo. Gracias a Dios me acorde de unos consejos de mi amo. A una mujer la ense;e a respetar su cuerpo, mande a que les dieran unas caperuzas a los presos y le devolvi su plata a un viejo. Me sentia orgulloso de mi mismo y mis decisiones...
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